Susana: ¡Feliz Día!


En medio de nuestro afán del ‘wonder bra’ y de competir con la de al lado, las mujeres olvidamos que todavía tenemos muchos derechos por los cuales luchar.


Columna de opinión
Publicada en Gente Joven


Susana Imbachí no espera rosas perfumadas. Tampoco chocolates empacados en un estuche costoso. No la emocionan las tarjetas con mensajes robados de internet. Tampoco una invitación a cenar. Es el Día de la Mujer y, a decir verdad, Susana espera muy poco: de la vida, de los suyos, del amor. Y eso que apenas tiene 21 años y uno a esa edad no encuentra una caja lo suficientemente grande para empacar los sueños. Pero ella me dice que no los tiene.

Hace cuatro meses llegó a las puertas de una fundación en Cali cansada de los abusos sexuales de un tío que, bajo amenazas de muerte, la tenía encerrada en una casa de una vereda del Cauca. Una mañana, Susana le robó unos billetes a su mamá, escapó y una chiva la dejó al final de ese túnel de noches tenebrosas en las que un señor "le enseñaba a ser mujer".

Ahora tiene la mirada triste, evasiva, y 120 días no han bastado para que aprenda a mirar a los ojos de nuevo. Es que eso le da verguenza. Escucho esta historia y pienso si tiene sentido celebrar el Día de la Mujer, porque mientras a muchas de nosotras nos colman con dulces y tarjetas, centenares de ‘Susanas’ prefieren olvidar que son mujeres: que la naturaleza les dio un cuerpo distinto, que tienen la posibilidad envidiable de dar vida; que pueden convertirse en la mejor de las enfermeras o en la más envidiada astronauta.

Y pienso si los centros comerciales que invaden de promociones en esta fecha sus locales se acuerdan de Susana. Si lo hacen los restaurantes que contratan serenatas de amor para el 8 de marzo. O los comerciales de televisión que regalan palabras generosas inspiradas en nuestras curvas. Porque a veces ni siquiera las propias mujeres recordamos que Susana puede ser cualquiera de nosotras: la compañera de trabajo, la vecina, la prima, la amiga. A veces, porque creemos que eso es trabajo de las ‘locas feministas’ y en otras porque en medio de nuestro afán del ‘wonder bra’, de competir para ser más bonita que la de al lado olvidamos que aún nos quedan muchos derechos por conquistar y otros por afianzar: por ejemplo, el de elegir libremente con quién compartir nuestro cuerpo.

Fíjense qué fácil resultó juzgar a Ingrid Betancourt si fue que de verdad se enamoró en la selva, o ¿alguien recriminó a Luis Eladio en esa circunstancia? Falta seguir luchando para que podamos aspirar a un cargo con las mismas condiciones salariales y de trabajo de los hombres. Las cifras no mienten: según el Ministerio de Protección Social, mientras un hombre profesional recibe un millón de pesos, una mujer con igual nivel de preparación recibe $826.000, un 17,4% menos. Y si tiene especialización, la cosa no cambia: su sueldo es inferior en un 21% al que reciben los hombres en iguales condiciones.

Falta seguir batiendo la bandera para que las ‘Susanas’ pierdan el miedo a denunciar si son violadas o agredidas físicamente. Porque en estos casos los números dan lástima: al año, sólo 115 mujeres se atreven a denunciar estas agresiones.

Pero es evidente que de puertas para adentro las cifras causan espanto. Mi propuesta es simple: invito a esta sociedad a que celebre el Día de la Mujer sólo cuando haga el ejercicio de recordar a todas sus mujeres: a las que trabajan, a las que se educan, a las que son madres, a las que tienen una pareja amorosa e incluso a las que en medio de las sombras de un túnel oscuro quieren soñar con que pueden conseguir todo eso. Sí, feliz día para vos, Susana.

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